¿Por qué la UNAM baja en un ranking mientras el TEC sube?
Por Héctor Osorio Lugo | Tema del Momento –
Cuartoscuro.com - Los parámetros que siguen las mediciones han provocado que la Univesidad Nacional no sea la mejor de América Latina mientras la institución privada sigue avanzando en
Con la globalidad se han puesto de moda los “ranking” o mediciones internacionales –avance o descenso en tal o cual indicador del desarrollo dentro del orden mundial-, de las que por ejemplo la lista de sistemas educativos de la OCDE, la sola listita, fue uno de los detonadores de la Reforma educativa en México.
Por muchas razones es inquietante para cada sector enterarse de si ha subido, bajado o se ha mantenido dentro de un “ranking”.
Para los que toman las decisiones muchas veces un indicador de éstos es lo único que cuenta, o lo que más cuenta.
El QS Ranking Mundial de las Universidades ubica a la UNAM en su más reciente evaluación por debajo de las 150 mejores universidades del mundo. En América Latina la superan la Universidad de Sao Paulo y la Universidad Católica de Chile.
Se trata de una evaluación entre otras. Las hay china, española, una que toma en cuenta el impacto en la red, etcétera. Todas miden más o menos semejantes aspectos, variando el peso que dan a uno u otro.
El sistema evaluatorio que nos ocupa es el segundo más influyente en el mundo, y es el que más se retoma cada año para informar a los mexicanos el lugar de sus instituciones en el momento.
Qué bueno que sea así, porque el de Shangai que es el primero toma en cuenta entre otros el número de premios Nobel de la casa de estudios.
Y no sólo eso, sino que hayan producido la obra por la que obtuvieron el galardón desde la universidad, -mientras que en el caso mexicano don Alfonso García Robles, por ejemplo, lo obtuvo por su obra ya en el plano de la gestión diplomática-.
Por otra parte si el premio Nobel se obtuvo apenas son más puntos, y éstos van descendiendo en cortes de tiempo conforme aumente su antigüedad.
El
QS, pues, se basa en la calidad o reputación académica, el parecer de los empleadores, el número de profesores y alumnos internacionales. Otro tanto lo determina la proporción de alumnos por maestro: un revés a la institución mexicana, pues –al menos en su época de máximo crecimiento en la matrícula, a finales del siglo XX- fue proclamada como “universidad de masas”, todo lo contrario de lo que el “Ranking” fija como deseable.
También es de considerar cuántas publicaciones en determinadas revistas de gran impacto científico se producen, y desde otro enfoque cuántas veces un autor de tales publicaciones es citado en las mismas revistas especializadas.
En fin, el QS se ha convertido en un dolor de cabeza para el alma mater de tantos mexicanos, pues en los últimos dos años la ha hecho descender de posición. Algo, sin embargo, menos malo que en 2010 donde de plano cayó del grupo de las primeras 200.
Las mediciones prestan mayor atención, conceden más puntos, al desarrollo en ciencias. Es decir que si, por ejemplo, una casa de estudios ha tenido grandes logros en el campo de las humanidades, eso le hubiera valido si la evaluación fuese en la Edad Media pero no en el siglo XXI, lo mismo dígase de las artes.
Lo que equivale a decir que las universidades de lugares como Venezuela o Oaxaca, que se han preocupado por cuidar la vocación musical de sus gentes y darle cauce, no obtendrán gran cosa de puntos por ese gigantesco esfuerzo.
Por lo consiguiente los administradores educacionales ya saben que existen mañas para mejorar su lugar en la tabla; claro: con dinero.
El investigador Felipe Martínez Rizo nos dice que recomiendan reducir las áreas de artes y de ciencias sociales, pues las que detonan los indicadores son las de ciencias exactas y de tecnología.
Que se busque a los posibles premios Nobel de los próximos años y se hagan equipos de investigación con ellos, que no es otra cosa sino la estrategia seguida por los empresarios del deporte cuando queriendo que su club luzca contratan estrellas, pues lucimiento es lo único que se consigue con estos indicadores.
Volviendo a las casas de estudio, en caso de que el pronóstico fallase y no obtuvieran el reconocimiento, de todos modos sus artículos habrían sido citados en revistas que es uno de los rubros que se califica.
El Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey ascendió en 2014 el doble de los lugares que la UNAM descendió: golpe directo al corazón de todo puma, y de –casi todo- mexicano. El Poli y la UAM, otras instituciones que habían descollado, no lo lograron: se les adelantó la institución privada.
Todo esto en el marco del octagésimoquinto aniversario de la autonomía de la UNAM, es decir, de haber conseguido el derecho de regirse a sí misma, de crear y fortalecer los propios órganos que habrían de definir sus políticas, y de llevarlas a buen puerto, a contrapelo de las fuerzas de todos los signos que a veces parece que se la arrebatan.
hectorosoriolugo2013@yahoo.com.mx
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