5 impactantes mitos sobre el acoso callejero

“¿Es piropo o acoso callejero?”, esta pregunta deja de importar cuando una frase se convierte en intimidación y acoso en la calle.

Sin embargo, en torno a este tema giran muchos mitos sobre a quién le pasa, por qué le pasa y cuándo se pasa la línea entre un simple halago y el acoso.

Conoce estos cinco impactantes mitos sobre el acoso callejero.

1. Sólo le pasa a las mujeres y a las bonitas.

Cuando mencionas acoso siempre es ligado a un acto exclusivo para mujeres y más estereotipado a aquellas que son bonitas. 

Es un error, ya que es un acto que no discrimina físico, posición social, color de piel y género. 

De acuerdo cifras de Inmujeres de enero a mayo de 2014, un total de 132 mujeres y 7 hombres fueron atendidos por acoso sexual.

2.La forma de vestir influye en el acoso sexual.

Cuantas personas no piensan que una mujer con exceso de ropa no es acosada, o viceversa, que una mujer provoca el acoso por usar ropa provocativa. 

La forma de vestir no está ligado con la agresión sexual en la calle. 

Tanto una persona que usa abrigo puede ser acosada sexualmente, así como aquella personas que son libres de vestir y actuar como deseen.

3. Si el acoso es de un hombre o mujer guapa se acepta.

Es un mito que las personas permitan ser acosadas por una persona físicamente atractiva, ya que sin importar es un acto de transgresión no deseado, así que es un error pensar que el aspecto de una persona puede influir en aceptar el acoso sexual.

4, No es agresión sino bellas palabras.

Cuantas personas creen que un piropo no daña a nadie, no pasa de ahí y no hay que alarmarse.  

Lo piropos son tan comunes que las personas ya lo toman como “cosa normal”, sin embargo, al ser una conducta no deseada y transgrede el espacio del otro, se considera acoso.

5. Así me expresó y coqueteó yo.

Se suele decir que un piropo hacia alguien es la libertad de expresar y está en lo correcto, sin embargo, cuando se viola el derecho de la otra persona al libre tránsito y el respeto mutuo, es cuando ese mito deja de existir. Aquí es cuando entra el perfil del acosador, ya que él no busca un vínculo, sino sólo ejercer un grado de acoso hacia alguien para sentir poder.

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